Los vecinos del agujero negro masivo que ocupa el centro de la Vía Láctea ya no pueden vivir tranquilos. La zona, conocida como Sagitario A, está siendo invadida por una nube de gas destinada a ser desgarrada, triturada y, finalmente, devorada. Los científicos han estimado que la nube, que tiene una masa tres veces superior a la de la Tierra, alcanzará el momento de máxima aproximación al agujero negro a mediados de 2013.
Los astrofísicos sospechan que hay un agujero negro en el centro de la mayoría de las galaxias, pero poder estudiar “de cerca” (a 27.000 años luz de la Tierra) cómo se alimenta uno en nuestra propia galaxia supondrá una oportunidad sin precedentes, tal y como asegura Eliot Quataert, astrónomo de la Universidad de California y coautor del trabajo que publica hoy la revista Nature. Qataert y sus colegas esperan comprobar en los dos próximos años cómo se lleva a cabo el proceso por el cual el gas absorbido por un agujero negro se calienta y emite luz. Y, por supuesto, observar cómo es “su último aliento”.
Stefan Gillessen, coautor del trabajo, ha indicado que "la imagen de un astronauta que se acerca a un agujero negro y se extiende hasta parecerse a un espagueti es familiar en la ciencia ficción, pero ahora se podrá comprobar lo que le sucederá de verdad a esta nube". Lo que está claro es que "no va a sobrevivir a la experiencia", puntualiza Gillessen, que ha añadido que "los bordes de la nube ya están comenzando a deshacerse, y se espera que se deshagan por completo durante los próximos años".
En principio, los expertos esperan ver emisiones de rayos X y ondas de radio. La luz alrededor del agujero negro aumentará en un centenar o incluso un millar de veces, según ha calculado Quataert. El telescopio de rayos X Chandra de la NASA ya está emplazado para no perderse ni un detalle de lo que suceda en el centro de la Vía Láctea durante 2012 y 2013.
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